
Los animales “guardamos recuerdos” para sobrevivir.
Si hace un tiempo visitaste una ciudad que te encantó, probablemente si tienes la oportunidad de volver a visitarla lo harás.
Si en otra ocasión fuiste por un camino peligroso y que no llevaba al sitio deseado, seguro que si te vuelves a encontrar en el mismo sitio buscas otra alternativa.
Gracias a la memoria los animales (y en concreto los humanos) hemos llegado hasta nuestros días, alertándonos de peligros vividos para no volver a cometer el mismo error.
Pues la memoria actúa de igual forma en cuanto a los sabores se refiere.
¿Cuántas veces nos acordamos de ese maravilloso cocido que nos hacía nuestra abuela? o ¿de los helados caseros que tomábamos cada año en el lugar donde veraneábamos?
No todo es blanco o negro…
Pongámonos en la siguiente situación: Estás con amigos de vacaciones, cerca del mar (si te gusta el mar) y de repente te recomiendan pedir un plato que está exquisito. Tú comienzas a recordar y ese plato lo probaste anteriormente, en otra situación y no te había gustado. Pero como tus amigos son tan insistentes terminas por pedirlo y ¡oye! te lo acabas por completo, ¡te ha gustado! no tenía el mismo sabor que recordabas.
Entonces ¿esto a qué se debe?
Si nos vamos a los dos ejemplos del principio, la ciudad visitada y el camino peligroso, no nos debería de gustar este plato ¿verdad?
Esto es debido al área del cerebro responsable de almacenar recuerdos de nuevos sabores: la corteza gustativa. Se encuentra en una zona aislada del cerebro: la corteza insular.
El área responsable de formular un recuerdo del lugar y el momento dónde se desarrolló la experiencia es el hipocampo.
Anterior a este estudio, se creía que una mala experiencia asociada a un mal sabor sería siempre igual independientemente del lugar. Es decir el cerebro crearía el recuerdo de ese “mal sabor” sin asociarlo ni con el tiempo ni con el lugar. Ahora se sabe que esto no es así.
Como ves, el sabor deja huella también en nuestro cerebro, pero el recuerdo que tenemos de ese sabor, no solo está relacionado con el alimento en sí, también influye el lugar en el que nos encontrábamos, la compañía, nuestro estado de ánimo…
Espero haberte convencido con estos datos. Y la próxima vez que veas ese plato del cual no tienes muy buen recuerdo, si te animas, lo pruebes y le des una nueva oportunidad!
Ya me contarás que tal.
Un abrazo!
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